miércoles, 16 de diciembre de 2015

El cambio inmutable

Magdalenas de las monjas
El Señor nos va a castigar a los que no tenemos que salir a defender a nuestros líderes cada vez que dicen una inconveniencia. ¡Lo que tiene que sufrir el militante o simpatizante de un partido político que tiene que pasarse todo el día denunciando las sandeces que dicen sus adversarios y callándose las de sus correligionarios! Estoy seguro de que a nosotros, el Señor, nos los restará en gloria y a ellos, se lo aumentará en bienaventuranza. Nosotros, como si lo estuviéramos mirándolo todo desde arriba, a vista de dron, sin compromiso. Pero seguro que los tibios no nos vamos a ir de rositas. En Apocalipsis, 3: 15,16, se lee: “Como no eres ni frío ni caliente voy a escupirte de mi boca”. En mi caso, yo votaría a Alberto Garzón, para dejar de ser tibio y permanecer dentro de la boca de Dios. Es, en mi opinión, el mejor candidato para presidente del Gobierno. Este joven político parece radicalmente honesto. Es inteligente. Tiene una formación sólida. No se ha apuntado al Club de la Comedia. Ni canta ni baila ni juega al parchís ni al futbolín. No busca parecer el hombre más sensato del mundo ni se escora al centro para recibir votos que no le corresponden. Pero Izquierda Unida en Andalucía tuvo la mala cabeza de pactar por un plato de lentejas con la ultrapopulista Susana Díaz y está estancada electoralmente. Ni la enorme valía de Alberto Garzón logrará cambiar esa tendencia. La rabia y la rebeldía se encauzan ahora por PODEMOS que parece ignorar que sus filosofías impresionan poco a los votantes que lo que quieren es que acabe el bipartidismo indecente que el lunes pasado dejó ver su desastrada cara en el debate de la Sexta. Y tampoco nos molestaría que, si es posible, durante un tiempo no se nos robe desde las mafias organizadas del Estado. A mucha gente le gusta Alberto Garzón, pero desconfía profundamente de su partido. Una lástima. Izquierda Unida debería de copiar de la Iglesia Católica que es la única institución que no pierde adeptos, haga lo que haga. Y es por su habilidad para camuflarse y cambiar, sin moverse del sitio. Ejemplo: Las Comendadoras de Santiago del Realejo venden sus tradicionales dulces de navidad en el zaguán de su convento. Pero ahora las magdalenas las hace una monja de la India con la receta de una anciana religiosa de las Alpujarras. Buenísimas. Les resulta fácil vender los dulces de siempre, amasado por manos nuevas. A Izquierda Unida, no, pese a disponer de Garzón. Porque pocos creen que esta organización  le permita cocinar las auténticas recetas de la izquierda. Su inclinación por los platos de lentejas la pierde.

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