En días de botellón, a las dos de la tarde, por la calle Doctor Olóriz bajan miles de jóvenes. Una anciana que había salido a la calle el viernes pasado para comprar el Hola y medio pollo asado, le preguntó a una chica si es que habían dado de alta a todos los enfermos de los hospitales cercanos el mismo día y a la misma hora. La mujer, que ya no ve bien, no se había fijado en las bolsas de plástico llenas de bebidas ni en los shorts vaqueros de la mayoría de las chicas. En la panadería, la dependienta le informó de que esta prenda lleva en la palestra fashion varios años y que sigue marcando tendencia. Ella, que poco antes, en el asadero de pollos había afirmado que las mujeres decentes no deben de ir solas a los cafés, se escandalizó con lo de los shorts. Una mujer de unos 40 año que estaba leyendo “El tiempo entre costuras” mientras que le despachaban una barra de pan horneado en leña, confesó que ella tampoco se sentía cómoda en un café si no iba acompañada de alguien. A la señora no pareció interesarle lo más mínimo la charla que le dio un pedantón, con hechuras de sociólogo, que trataba de explicarle que las mujeres se habían tirado a la calle, ocupando trabajos y responsabilidades tradicionalmente masculinos, por las dos guerras mundiales que dejaron sin hombres las fábricas, los hospitales y las oficinas. “Desde luego”, afirmó el predicador de panadería, “las mujeres no van de ninguna manera a volver a sus casas, por mucha crisis que haya y por mucho que se empeñen los defensores de la mujer como “ángel del hogar” y de la dignidad inmensa del trabajo del ama de casa. “¿Usted imagina”, continuó el hombre, “salir a la calle y encontrarse con que ha desaparecido el suelo y que se precipita usted en el abismo? Pues más difícil, si cabe, es que un buen día desparezcan las mujeres de las consultas, de las oficinas, de los quirófanos, de las redacciones de los periódicos o de las concejalías, puede estar usted segura”. Cuando oyó lo de las concejalías, la mujer, le dijo al predicador que estaba de acuerdo con que las mujeres participen en política pero que no le gustaba que mintieran como al parecer lo había hecho la concejal que se había grabado en una sesión de estimulación sexual y que luego contó que le había mandado la grabación a su marido, cuando en realidad se la envió a su amante. “Detesto a las políticas que mienten y más a las que dimiten y luego se arrepienten. Y la que no quiera salir en internet que sepa que ‘video que no quieras propagar, niégaselo a movistar’. Al antropólogo de mercadillo le gustó el refrán.
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La mujer es el pasado, el presente y el futuro.
ResponderEliminarFou d'Elsa:
ResponderEliminarEl porvenir del hombre es la mujer
Ella es el color de su alma
Ella es su rumor y su ruido
Y sin ella no es sino un blasfemo
No es más que la semilla sin el fruto
Su boca alienta un salvaje viento
Su vida pertenece a las tragedias
Y su propia mano lo destruye
Yo os digo que el hombre ha nacido
Para la mujer y nacido para el amor
Todo el mundo antiguo va a cambiar
Primero la vida y luego la muerte
Y todas las cosas compartidas
El pan blanco los besos que sangran
Veremos a la pareja y su reinado
Nevar como los naranjos.
De Louis Aragon
Qué bonito!
Eliminar"Al antropólogo de mercadillo le gustó el refrán" y a mí me encanta que no nos abandone. Muchas gracias. Anónimo Susana
ResponderEliminarLo que es menester, anónima Susana, es que no nos falte. Pero que tampoco se exceda,hasta llegar a sobrarnos.Un saludo cordial.Gracias.
ResponderEliminarUsted, don Pablo, nunca sobra ni se excede.Es más, se dosifica en exceso.
ResponderEliminarAnónimo Susana