sábado, 2 de abril de 2022

La noche del gorila


 

Al nacer, no somos una tabula rasa. Venimos al mundo equipados con un software pensado para la perpetuación de la especie: comer y procrear. Sobre este caballo ciego, ponemos montura, bridas, escuela de equitación, educación, cultura, géneros. La génesis del comportamiento del actor de éxito que golpeó a un cómico estúpido que había hecho un chiste de muy mal gusto (como casi todos los de los Oscar y los Goya) sobre la hembra del actor habría que buscarla, más que en el patriarcado, en el comportamiento de los gorilas. Los gorilas macho, según la National Geographic, tienen pene y testículos pequeños. La razón que dan los etólogos de los 5 centímetros del pene de los gorilas es plausible: estos animales invierten toda su energía en labrarse un cuerpo escultural y musculoso con el que mantener alejados a los tenorios ocasionales que merodean en torno a las hembras de su harén. Los gorilas no se entretienen en tonterías, y no se le ocurre alzar monolitos fálicos, como hacen los hombres que, más que a la longitud del miembro, los erigen como trasunto de la enormidad del placer que obtienen de ese adminículo, tenga 5 o 30 centímetros. El agresor se ha justificado: él salió a defender a su familia, su territorio su hembra, como un gorila. El cómico desafortunado, jugando estúpidamente con el lenguaje, es mucho más 'cultura' que su agresor que actuó, supongo, movido por 'un instinto ciego'. Hasta el más pacifista, el menos guerrero, el macho más manso, en algún momento de su vida se habrá visto comprometido en la defensa de una hembra de su familia. Mi hijo y yo hemos estado en contra del servicio militar, del armamentismo, de Putin de Biden, de todas las guerras. Mi hijo, como es muy grande, pudo vivir en Vallecas, según me informa, sin pelearse, sin que nadie le agrediera, y este Bloguero de Arrabal, solo se ha peleado alguna vez en la escuela y con sus hermanos, dentro del forcejeo de una familia numerosísima. Pues bien, el día que llegó a casa mi hija -que solía ir a estudiar en bicicleta- descompuesta porque un macho de otra manada la había perseguido y agredido verbalmente en su camino de vuelta, mi hijo y yo cogimos nuestras bicicletas, ciegos, y estuvimos buscándolo un buen rato, como gorilas. Por suerte, no lo encontramos. Sin ardor guerrero y sin instrucción, el agresor nos hubiera caneado.

miércoles, 2 de marzo de 2022

Las penas de una granada en su Granada

 

 

No siempre se respeta la voluntad de los santos. Eso pensaba yo mientras contemplaba en la Capilla Cornaro de la iglesia de Santa María de la Victoria de Roma la escultura del Éxtasis de Santa Teresa. De mis cogitaciones me distrajo el ver cómo dos guardias sacaban a rastras a un chico de aspecto hippie que se había atrevido a sentarse en un escalón de la capilla. Me indigné y me senté en el mismo escalón y, cuando vinieron los guardias a echarme, me puse de pie para que pudieran apreciar mi mucha solemnidad; desistieron de sacarme a rastras porque eran dos alfeñiques, incapaces de trasladar mi sólida estructura corporal fuera de la iglesia. Pude seguir entonces reflexionando sobre el maltrato que se les da a los santos, esto sí, con la autoestima a tope después de haberme enfrentado a un poder tan extraordinario con tanta valentía. Santa Teresa había suplicado al Señor que los arrebatos místicos, las manifestaciones espectaculares de gozo que la invadían cuando el Amado rompía la delicada tela del encuentro y se adentraba en el hondón de su alma, no le diesen en público para no tener que explicar a la gente esos movimientos orquestales de placer, tan parecidos a los que dicen sentir los amantes en sus encuentros. Lo cuenta en el libro de su vida. Pues, ¡mire usted por donde!, llega el escultor Bernini, talla una imagen de la santa en pleno clímax y va la Iglesia y la pone en el transepto de ese templo romano, a la izquierda del altar mayor, para que todo el mundo vea a Teresa a punto de ser traspasada por el venablo de un Cupido angelical. Precisamente lo que ella no quería que pasara delante de sus monjas, y menos, urbi et orbi. ¡Maltrato! Pero a los guardianes de Santa María ni se les pasó por la cabeza incurrir en el sacrilegio de expulsar del templo a los visitantes que llevaban una cruz colgada del cuello o luciéndola en el hábito o en la camiseta. Los sacrílegos guardianes de la Alhambra de Granada sí se atrevieron, el pasado día 26, a expulsar del recinto a un chico que había envuelto su mochila en una tela con una granada impresa. Alegaron que la imagen del fruto dañaba el monumento. Y es que no hay en la vida nada como el delito de ir por la Alhambra, luciendo una granada