domingo, 3 de noviembre de 2019

La mosca del vinagre


Compartimos con ella el 97% del genoma
"Pijópolis" está habitada por seres humanos que no quieren ser iguales desde el momento de su nacimiento ni si quiera a la hora de su muerte. Quieren partir con ventajas y ser enterrados con honores: O son herederos de una estirpe noble o de una victoria militar (como la de Franco) o dicen tener un ADN diferente y, por supuesto, mucho más 'espiroflaútico' que los otros individuos de su especie, o han nacido en la Lancha y, por ese mero accidente, pueden sentirse superiores a los ceneros que nacieron 1400 metros más arriba, en la Carretera de la Sierra (y viceversa), o tienen la piel blanquita, aunque sus ancestros, los que vinieron de África hace unos 100.000, la tuvieran más negra que la tizne o adoran a unos dioses -en cuyo nombre se vienen matando desde hace siglos- que indubitablemente son los verdaderos, mientras que los del vecino son más falsos que un político en campaña (o fuera de ella). Nacer en Girona, te hace especial. Haber venido al mundo en la dura estepa castellana, es un salvoconducto de excelencia, para muchos. Los hay que se creen superiores por ser machos y, ahora, imitándolos, las hay que se sienten superguais por haber nacido hembras. El caso es partir de la línea de salida de la lucha por la vida, del nacimiento, con unos kilómetros de ventaja sobre todos los demás. Perezosos, caras, aprovechados. Sobre todo, después de conocer que nuestro ADN, el de todos, presenta unas similitudes preocupantes con el de la mosca del vinagre